La acuicultura emerge como un actor clave para enfrentar la creciente demanda de alimentos a nivel mundial. En consecuencia, la producción acuícola ha aumentado considerablemente durante los últimos años y se prevé que su crecimiento futuro sea aún mayor.

Sin embargo, la acuicultura enfrenta un gran desafío en su esfuerzo por mitigar los efectos de las biotoxinas, las cuales representan amenazas inherentes para las especies acuáticas. Entre las biotoxinas, destacan las micotoxinas y las ficotoxinas.

Las micotoxinas, substancias tóxicas producidas por mohos (hongos), pueden contaminar materias primas y piensos utilizados en la acuicultura. La presencia de micotoxinas en especies acuáticas puede tener efectos perjudiciales tanto para la salud del animal como para los consumidores.

Por otro lado, las ficotoxinas son producidas por la proliferación de algas nocivas en agua dulce y salada, acumulándose en pescados y mariscos. Estas toxinas, penetran en las especies acuáticas a través de sus branquias o al consumir agua contaminada. Sus efectos pueden ser perjudiciales tanto para los animales como para la seguridad alimentaria. 

Los efectos de ambas toxinas no solo afectan el bienestar de los animales, sino que también generan pérdidas productivas y económicas significativas.