Las aflatoxinas son micotoxinas producidas por dos especies de Aspergillus (flavus y parasiticus), especialmente en zonas con climas cálidos y húmedos.
Estos hongos pueden estar presentes antes o después de la cosecha de los productos
agrícolas como los cereales (esencialmente en el maíz, trigo y arroz), subproductos de
cereales y tortas de oleaginosas, que a su vez son una parte sustancial de la
formulación de piensos.
Se han identificado 20 tipos de aflatoxinas, siendo la aflatoxina B1, aflatoxina B2, aflatoxina G1 y aflatoxina G2 las que se presentan de manera natural. Las aflatoxinas son hepatocarcinógenas, inmunotóxicas y teratogénicas.
La aflatoxina más prevalente que se encuentra frecuentemente en materias primas y piensos es la AFB1. La AFB1 es una micotoxina altamente tóxica en comparación con el resto de aflatoxinas. En ensayos in vitro, la toxicidad de las aflatoxinas B2, G1 y G2 es aproximadamente 20, 50 y 10% de la AFB1, respectivamente.
Dado su potencial tóxico, se han establecido límites legales de AFB1 en materias primas y piensos. Su presencia está regulada por el Reglamento (UE) Nº 574/2011 de la Comisión, que modifica el Anexo I de la Directiva 2002/32/CE.
Materia prima/piensos
Límite legal (ppb) se refieren a alimentos con una humedad de 12%
Todas las materias primas para nutrición animal
20
Piensos compuestos para bovinos, ovinos y caprinos (excepto los animales de producción lechera y terneros y corderos)
20
Piensos completos para ganado lechero
5
Piensos completos para terneros y corderos
10
Piensos compuestos para cerdos, aves de corral (excepto animales jóvenes)
20
Otros piensos completos
10
Otros piensos complementares
5
La ingestión de AFB1 presente en los piensos, aun siendo a bajos niveles, puede provocar daños en el sistema inmunológico, alterar los niveles de las enzimas séricas, renales y hepáticas y reducir la ganancia de peso y el consumo de piensos.
La AFB1 también produce un metabolito que se excreta en la leche (aflatoxina M1 (AFM1)), un biomarcador de AFB1 con potencial carcinógeno. Así, dado que la AFM1 representa un problema de salud pública, las autoridades han establecido límites legales para evitar el consumo humano de leche contaminada con esta micotoxina. El límite máximo en Europa, por ejemplo, es de 0,05 µg/kg, mientras que el de Estados Unidos es de 0,5 µg/kg.
El cambio climático altera la temperatura y la actividad del agua (aw la w subindice) en el medio ambiente, lo que influye aún más en la producción de micotoxinas.
Según un estudio reciente de la Universidad de Wageningen, en el que se han desarrollado modelos predictivos de cómo afectaría el aumento de la temperatura en el riesgo de la contaminación por aflatoxinas en el maíz, un aumento de dos grados centígrados de la temperatura aumentaría considerablemente el riesgo por contaminación por aflatoxinas B1 en el maíz.
Cada vez existen más investigaciones y avances sobre cómo eliminar las aflatoxinas, a pesar de que actualmente no es posible eliminarlas por completo.
Es por ese motivo que la prevención, la identificación del riesgo, el control y la seguridad son fundamentales para garantizar cosechas y productos libres de micotoxinas.
Entre los métodos más utilizados en materia de prevención encontramos el Análisis de Peligros y de Puntos de Control Crítico, los APPCC. También es muy importante llevar un control estricto de todas las fases del cultivo hasta el consumo final llevando a cabo las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y las Buenas Prácticas de Fabricación (BPF).
Cabe destacar que, a largo plazo, la mejor solución y la más rentable para eliminar las aflatoxinas sería la de controlar la contaminación mejorando la resistencia de los cultivos a la infección por hongos.
La post-cosecha es una de las fases en las que se pueden desarrollar infecciones. Lo mejor es prevenir y actuar siguiendo algunas recomendaciones como:
Más investigaciones
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